4
AMOR SECRETO I
Jezabel
El viento agitaba gentilmente mi
cabello mientras mi voz resonaba en el aire.
- Nuestras manos uní por fin/y tus ojos
brillando hoy vi/ inquieta estoy,/ siento que me estoy desvaneciendo./ Corazón
mentirosos no hay/ hoy quiero tener el 100% de tú inocente corazón./ Nunca te
dejaré ir/ ¡escucha!/ Lo hago por que te amo./ Más inocente que una bella flor,/dentro
de mi/tu eres único.
Un ruido sordo me sorprendió y di un respingo.
Cuando me giré vi que era Magnus.
Iba con un botón de la camisa suelto, la corbata
desecha, el pelo negro alborotado, sus brillantes ojos azules y una radiante
sonrisa con dientes perfectamente alineados y blancos, que dejaba sin aliento a
cualquier chica.
Se acercó calmado hacía mí mientras aplaudía
suavemente.
- Preciosa canción. Aunque no tan bella como la
chica que la canta. - su brillante sonrisa me deslumbro completamente.
- Hola. -susurre avergonzada por sus palabras.
- Hola. Cassandra me ha enviado para decirte que
nos quiere a todos en el salón principal dentro de quince minutos. -dijo
mientras se pasaba una mano por el alborotado cabello.
- ¿Te ha dicho para que? -pregunte curiosa.
- No. -dijo encogiéndose de hombros -Simplemente
ha dicho que te busque y te lleve allí.
Magnus me dio otra deslumbrante sonrisa que
podría haber derretido los polos.
“Maldita sea. Se ve que mi
cerebro aún no ha entendido la parte de que Magnus es gay.
Esto no es justo, tal vez el único chico que
me puede gustar y no me hace querer salir corriendo, va hace dos años y me dice
que es gay.Mi suerte no puede ser peor. -me lamente de mí mentalmente.”
- Entonces, -dijo haciéndome salir
mis pensamientos- ¿Nos vamos?
- Sí, perdona. -baje de la copa del árbol en el
que estaba sentada con un ágil salto usando todos los reflejos de cazadora
yfelino que poseía y camine hasta su lado.
Él siguió mirándome con su intensa mirada
celeste y un intenso rubor cubrió mis mejillas.
Las mejillas me ardían por la vergüenza y agache
la cabeza para que una cascada de cabello castaño ocultara mi rostro. Nunca me
había gustado que la gente viera mi debilidad y se aprovechara de ello.
- No te escondas. - susurro cerca de mi oído.
Con la ayuda de un dedo me obligo a levantar la cabeza y mirarle – No escondas
tu rostro. Ya lo he visto antes sonrojado y sigo pensando que sigues siendo
igual de mona, mi pequeña estrella.
- En vez de coquetear tanto conmigo ¿por que no
vas y le dices eso a Alex?
Magnus hizo una mueca y se giro con brusquedad.
Intenté contener una carcajada que empezaba a brotar desde lo mas hondo de mi
garganta, cuando me di cuenta de que Magnus había enrojecido y que por un
momento, esa idea lo había tentado.
- ¡Jez vamos! - gritó desde lejos. Su voz dejaba
un rastro de malhumor.
No pude evitar sonreír ante eso. Aún estado
enfadado Magnus era monísimo.
- Es tu culpa por no ser sincero con él. -le
aclare – Él te gusta y lo que es más importante, ¡tú le gustas a él!
Paro en seco y se giro. Estaba rojo como un
tomate y tenía el cuerpo tenso.
- Yo no estoy tan seguro de eso – susurro.
- Por el amor de dios. Deja de ser tan idiota.
Solo de ver con los ojos que te mira cada vez que estas cerca... esta
perdidamente enamorado de ti.
Su frente se arrugo y frunció los labios en una
mueca.
- ¿Quieres saber porque aún no te ha dicho nada?
Pues, para empezar porque siempre andas jugando con todas las demás chicas en
vez de estar con él. - afirmé rotundamente.
Pareció que estaba considerando mis palabras
porque al final de unos segundos suspiró pesadamente, como si se hubiera
quitado un peso de encima. Volvió a acercarse a mí y me tomo de la mano
mientras una tierna sonrisa despertaba en él.
- Pues voy a cambiar, menos chicas y más estar
con Alex. Ahora vamos – miró su reloj – llegamos tarde.
Le sonreí de vuelta y empezamos la marcha. En
ningún momento Magnus soltó mí mano.
Andamos a paso lento y antes de que me diera
cuenta ya podía ver las imponentes puertas traseras del ala norte.
Dos pequeñas figuras se acercaban a la entrada
desde el bosque este.
Por la larga y espesa cabellera oscura y el
rojizo cabello, supe enseguida que eran Liana y Alex.
- Mira quien viene – apreté la mano de Magnus y
con la otra le señale a Liana y Alex – ¿Porque no le dices algo?
Magnus ya no me escuchaba, sus ojos estaban
decididos a no apartarse del chico con el cabello de fuego pasase lo que pasase.
- Magnus, ¿Magnus? - lo llamé.
Parpadeo como si lo hubiera sacado de un sueño y
aparto la mirada de Alex.
- ¿Qué?
- ¿Que por qué no vas y le dices algo?
Me miro mientras meditaba mis palabras y se
decidía. Volví la cabeza de Alex a mí unas dos veces. La ultima vez que me
miró, mostraba una estúpida sonrisa de loco enamorado que acaba de tener una
loca idea de loco enamorado.
“Oh. Esto no me lo pierdo. - pensé
divertida”
- Vamos. - dijo soltando mi mano y
empezando una rápida carrera hacía Lia y Alex.
Lo seguí algo rezagada porque me estaba
empezando a doler la barriga de tanto reír.
Cuando Magnus llego detrás de Alex, saltó sobre
él y lo apretó contra su pecho.
- Hola Alex. - le susurro al oído en tono
seductor. Pero lo dijo suficientemente alto para que Liana y yo lo escucháramos.
Alex se estremeció ante eso y dio un respingó
pero no se apartó.
Después de eso llegué yo.
- Hey, Jez. ¿Donde te habías metido? -pregunto
Liana.
- Oh. Perdona, me fui a practicar al bosque un
rato. Ya sabes, para el concurso del mes que viene.
Asintió una vez con la cabeza y luego me pidió
que me acercara.
- Oye, - me susurro al oído lo mas bajo que pudo
- ¿Que ha pasado aquí?
No pude evitar sonreír.
- Pues mira, - comencé a explicarle lo más flojo
que pude todo lo que había ocurrido– resulta que he pinchado un poco a Magnus y
se ha comprometido a conquistar a Alex.
- ¡Ya era hora! - exclamó Lia.
Magnus y Alex nos miraron extrañados. Y Lia y yo
nos mordimos el labio para sofocar las risas.
“Oh. Cuando los demás se enteren
de esto, van a revolucionarse.”
- ¿Algo interesante? - pregunto
Magnus con un deje en la voz. Estaba demasiado ocupado molestando a Alex.
- En realidad sí. - le respondió Liana – Le
estaba comentando a Jezabel lo educado que estás siendo al ignorarme como un
burdo pedrusco.
Magnus aspiró suavemente el aroma de Alex y sus
brazos se tensaron un poco.
Después de eso levanto la cabeza para mirar por
encima del hombro de Alex.
- Hola Lia - le dijo divertido.
- Ya, porque no mejor sueltas a mí chico antes
de que decida morderte. - yo sabía que lo decía en broma pero a Magnus no
pareció hacerle ninguna gracia.
Entrecerró los ojos hasta que solo quedo un
atisbo del brillante esmeralda y frunció los labios en una mueca.
- ¿Desde cuando es tuyo? Yo no veo tu nombre
escrito. - dijo fríamente.
- Ni yo el tuyo gatito.
Los ojos de Magnus brillaron con un fulgor
dorado. Su león estaba despertando de la siesta.
- Yo no soy de nadie. - protesto Alex
malhumorado. Intento soltarse de Magnus pero no pareció hacerlo con demasiadas
ganas.
Magnus lo apretó más fuerte y le puso un dedo
encima de los labios para acallarlo
- Creo que deberías meterte en la cabeza que no
pienso dejar que me arrebaten lo que es mio sin luchar. - no lo dijo para nadie
en concreto – Además, los leones machos son muy celosos con sus parejas.-
estaba claro que lo que acababa de decir era para Alex porque lo dijo de tal
modo de que solo él lo oyera. Alex enrojeció unos cinco tonos de rojo
diferentes y no protesto más. - ¿Quieres pelea Black?
- Cuando quieras Shane. - Dijo Lia por la
emoción de un nuevo reto.
- Vale. Esto ha ido demasiado lejos. ¡Basta ya!
-interrumpí – Con amigos como vosotros no se necesitan enemigos y por si no lo
sabéis los tenemos. -repuse exasperada – Así que, moved el culo hasta el salón
principal antes de que cambie de opinión y os deje a todos secos a todos de un
golpe.
“Críos, igualitos que unos
niños. Menudos amigos me han tocado.”
- Miau. - dijo Liana – Guarda las garras para
los vampiros panterita.
Me gire y la fulmine con la mirada
- – Si no quieres probarlas mueve el trasero.
- Liana estaba claramente divertida por mi
arrebato pero decidió no discutir y levanto las manos en señal de derrota
–Vale, vale, tú ganas. - Se dio media vuelta y empezó a andar.
Me gire para encarar a Magnus y Alex.
- Y vosotros dos, será mejor que también
empecéis a andar.
- Sí, señora. - fulmine a Magnus con la mirada y
conseguí un pequeño encogimiento de hombros y una tímida sonrisa por su parte.
“Como vuelva a hacer eso o me voy a lanzar
encima o me voy a desmayar.”
No tuve que volver a repetir que se
movieran. Magnus soltó reacio a Alex pero no dudo en cogerle la mano y tirarlo para
que andara con él.
Suspire cansada y después de unos segundos y de
tomar una profunda bocanada de aire, empece a seguirlos.
Cuando ya estábamos por los pasillos Liana
pregunto:
- ¿Que debe querer Cassandra?
- Tal vez advertirnos. - dijo Alex
distraidamente.
Pare en secó y le pregunte.
- Advertir. ¿Advertir sobre qué?
Alex me dio un encogimiento de hombros y por una
vez, Magnus lo miro como diciendo: como no te calles ahora mismo te mato. Alex
lo miro con ojos culpables y pidiendo perdón. Después se volvió hacia nosotras.
- Sobre los vampiros. - lo dijo intentando
quitarle importancia.
- Nada nuevo por lo que veo. - Liana volvió a
andar.
- No se trata de eso Liana. -dijo Magnus.
Ella se giró y lo escruto con la mirada.
- ¿Sobre que entonces? - Lia estaba curiosa por
saber y yo también.
Magnus miró a Alex como diciéndole: Ahora te
las arreglas tú bocazas. No te pienso salvar. Él suspiro ligeramente y
empezó a hablar.
- Hace tres días... - Alex paro, indeciso por si
debía continuar; siguió hablando. - llegó una carta de Lucifer.
- ¡¿Qué?! ¡¿Como demonios no lo sabía?! - Liana
estaba furiosa. Tenia las manos apretadas en puños, parecía querer golpear
algo. Estaba temblando por la ira y no paraba de cambiar su peso de un pie al
otro.
- Nadie te dijo nada porque sabíamos como
reaccionarias. - explicó Magnus – No queremos una guerra Lia. No ahora.
- A la mierda con eso. - gritó Lia y se fue
furiosa.
Era curioso como nuestra alma era el equivalente
perfecto de nuestro ser, porque en ese momento Liana de verdad parecía un lobo
muy cabreado que se encontraba en el borde del precipicio con su autocontrol,
tratando de no lanzarse al cuello de cualquiera que se moviera.
Cuando la alcance la cogí del brazo y traté de
calmarla.
- Por favor Liana. No lo hagas. No te hagas
esto. Es verdad, no te lo dijeron y estuvo mal. Pero lo hicieron por tu bien. -
le toqué el brazo para calmarla.
- Si hubieran pensado en mi me lo habrían
contado antes. - chillo y se giro bruscamente para encararme. Mi brazo cayo
pesadamente. Su rostro estaba pálido y los ojos vidriosos – Se lo callaron y me
engañaron para que no tratase de matar al cabrón que asesino a mi hermano. -
Todos nos estremecimos y me asuste. Lia jamás era así. Esta no era ella.
Pasó una rápida, furiosa y amenazadora mirada
por nosotros.
- Pues teníais razón. - declaró – Hubiera sido
mejor que no lo supiera, porque ahora yo misma seré la que lo vaya a buscar y
lo mate.
Se dio media vuelta y empezó a trotar.
- ¡Lia! – la llamé pero no me escucho y siguió
su camino hasta la sala principal. Esta vez dudaba que Cassandra pudiera
controlarla.
- Hay que pararla. - les dije a los chicos sin
siquiera molestarme en mirarlos. Me apresure ha seguirla y oí que ellos me
venían detrás.
Pero cuando llegamos ya era tarde. Liana ya
había llegado y tenía agarrado el pomo de la puerta con tanta fuerza que los
nudillos le quedaron blancos. Lo giró bruscamente y abrió con un fuerte y
sonoro empujón.
- ¡Liana! - gritó Magnus que ya estaba a mi lado
y a punto de entrar a toda prisa.
- Magnus. - estaba jadeando por la carrera y los
nervios que me estaban retorciendo el estómago.
- Tarde, Jack. Porque ya lo se. – gruño Liana
desde la puerta.
Alex también nos había alcanzado y estaba detrás
de mí. Cuando mire dentro, vi que todos estaban sentados en los pupitres y que
Cassandra estaba de pie con alguien más. Eran dos chicos de mi misma edad.
Uno tenía el cabello marrón oscuro, parecido al
de Liana, pero algo más claro. Estaba alborotado y le caía delante de la frente
en finas capas. Y con los ojos también marrones. Por otra parte, el otro chico
tenía tanto el cabello como los ojos de un intenso negro. Por no comentar que
los dos estaban buenísimos.
Pero cuando mi vista se enfocó bien, los
recuerdos me golpearon como un martillo.
“¡Es el maldito vampiro de la
otra noche! ¡¿Se puede saber que narices está haciendo aquí?!”
- Tu... - susurro el vampiro.
Agarre la mano de Liana con fuerza. Esto no iba
a ser bueno.
- Vosotros, -gruño Liana - ¿por qué estáis aquí?
- Por una simple razón Liana. –dijo Cassandra.
Los ojos de todos se giraron hacía ella – Porque ya no son nuestros enemigos.
Liana estaba furiosa. Estaba temblando por la
rabia y estaba a punto de estallar.
- Lia por favor. Trata de calmarte. – le susurro
Alex mientras la alcanzaba y la cogía por la muñeca.
- ¿¡Que me calme!?– chillo – No pienso calmarme.
Pienso matarlos aquí y ahora.
- Lia… - susurre sin saber qué hacer para
calmarla aunque fuera solo un poco.
Pasaban los segundos.
“Voy a acabar con esto Jez. – su
voz era firme.”
“Lo sé. – admití.”
“¿Estás conmigo o no?”
“Pensé por unos instantes pero sabía de
antemano mi respuesta. Siempre seria la misma, pasara lo que pasara. – Siempre
lobita.”
Los segundos siguieron pasaron y
cuando estuve segura me prepare.
- Hijo del diablo. - susurre fríamente.
Solté la mano de Lia y me adelante un paso.
Cautelosa, esperando paciente el momento para saltar encima de mi presa.
No dudé ni un segundo más me abalance sobre él.
Caímos y rodamos por el suelo hasta que me quede sentada a horcajadas sobre él
y saqué a Light. Coloque la reluciente daga sobre su cuello y me prepare
para su próximo movimiento.
Cuando de repente oí la voz de Liana en mi
cabeza: “Sujetalo. - gruño.”
Dude un segundo pero afiance mi agarre en Lighty
me mantuve firme.
- ¡Matalo! - gritaron algunos de mis compañeros.
- ¡Sí! ¡Venga matalo Jezabel!
Sonreí con superioridad hacia él.
Entonces se oyó un fuerte golpe y alguien que
gemía.
“¿Que has hecho? - le pregunte
mentalmente a Liana.”
“Le acabo de dar una patada en el estomago al
otro y lo he dejado de rodillas en el suelo - respondió.”
“ Bravo lobita. - sonreí.”
“ Gracias gatita.”
3
CONOCIENDO A CASSANDRA
DAMIAN
Hacía apenas cinco minutos
que había sonado el despertador y ya me sentía como si una manada de elefantes
me hubiera pisoteado.
- ¿Cansado? -pregunto Ash mientras se sentaba en la cama con
dificultad aparente.
Hice una mueca y
después suspire. Con voz agotada susurré:
- Maldigo el día en el que me convenciste para salir fuera.“Vamos,
sera divertido, y ya veras que romper las normas no es tan grave si no te
descubren”- repetí el discurso que había usado para convencerme.
Ash me miró
divertido y empezó a reír. No entendía como siempre lograba convencerme para
hacer cosas que seguro acabarían terriblemente mal.
Antes de que
pudiera decir alguna cosa para protegerse, me levanté de la cama, me encamine
hacía el baño y cerré la puerta con llave.
ASH
Antes de que
pudiera responderle, Damian había desaparecido en el baño.
Cuando me moví, mi
cuerpo protesto. Esa maldita cazadora me había pateado el trasero de mala
manera.
Me tumbé en la
cama e hice una mueca. Cerré los ojos, y sin saber porque, apareció ella.
Recordé la
batalla, la lluvia, a ella... sus sedosos y ondulados cabellos caoba oscuro,
sus oscuros ojos brillando bajo la tenue luz de los rayos, la curvatura de su
cuerpo, su dulce aroma a... ¿qué? No estaba seguro de saberlo... lo ágil y
hábil que era en la lucha, la gracilidad de sus movimientos. La preocupación
que demostraba por su igual; otra estúpida que se creía una heroína en mi opinión.
Algo en mi
interior se agitó con fuerza mientras recordaba como ese chucho pulgoso la
había reclamado como suya.
Me odiaba a mi
mismo por los sentimientos que me cruzaron cuando habíamos luchado.
Por haber deseado
tanto su dulce, espesa y caliente sangre. Por desear ser el único que la
poseyera, su sangre y... a ella.
De lo mal que me
sentí cuando perdí el control y estuve a punto de matarla.
“¡¿Pero que demonios estoy pensando?! -me reñí al ver el rumbo de
mis pensamientos- Era una maldita cazadora. Los que son como ella odian a los
que son como yo. Nos matan a sangre fría.”
Me levante de un
salto enfadado conmigo mismo. Yo odiaba a todo cazador. Y esa engreída, no iba
a ser una excepción.
- Sera mejor que deje de pensar tonterías y me vista -me dije a mi
mismo en tono mordaz.
DAMIAN
Me escondí en el
baño antes de que Ash me pudiera contestar. No me sentía con fuerzas para oír
su humor matutino.
Mire mi reflejo en
el espejo e hice una mueca.
Tenía un moratón
bajo el ojo izquierdo y la marca de su mano en la mejilla, la mano que había
estampado en mí tras hacer una cosa muy dulce, tentadora e increíblemente
idiota. Deberían darme el premio al estúpido del año.
Aún no me podía
creer que me hubieran cazado. Una estúpida niñata y su estúpido gato me habían
dejado entre la espada y la pared.
Agobiado, solté un
largo suspiro.
“Soy imbécil –pensé con frialdad – mira que dejarme engañar…”
Eche un último
vistazo al chico que se reflejaba en el espejo y me empecé a desnudar.
Deje que mis
pensamientos volaran a su aire y empecé a rememorar lo que había pasado la
noche anterior.
“-¿Ahora que voy a hacer contigo? – le pregunte divertido al ver
que el gato había desaparecido y que estaba indefensa. Su dulce aroma a lirios
me embriago y note que se me secaba la boca. Con el cuerpo tenso y lleno de
deseos oscuros me acerque lentamente a ella –. Eres preciosa – mis dedos
picaban por tocarla y no pude evitarlo. Le levante la barbilla para poder mirar
en esos hermosos ojos castaños. Era tan hermosa. Tenía una larga y sedosa
cabellera de un color caramelo precioso y su piel era fina y suave. Oía el
latido de su pulso correr bajo su piel y me pregunte como debería saber. Sin
entender exactamente porque, mi cuerpo se movió hacia adelante y le lamí la
mejilla –. Y dulce – oh sí, era realmente dulce y estaba demasiado tentado a
tumbarla en el suelo y probar su sabor mientras la poseía con lentitud -. Me
gustas, y te voy a poseer – le susurre mientras ella temblaba por el miedo. O
eso me parecía, a lo mejor estaba equivocado y estaba temblando de ira.
Su cara
palideció por un instante y después empezó a adoptar un intensó y adorable
rubor que hizo que pareciera más dulce y tentadora.
Entonces, en
voz baja, empezó a recitar algo parecido a una invocación. El cielo cambió a un
tono marrón y supe que si no me iba inmediatamente las cosa podría acabar muy
mal.
Me levante a
toda prisa y me fui corriendo hacía la espesura del bosque. Pero antes de
desaparecer, mire por encima de mí hombro para poder verla una vez más.
- La próxima vez te are mía, tenlo presente. –le prometí antes de
irme.
Y esa promesa,
la iba a cumplir como fuera”.
ASH
Damian abrió la
puerta y salió del baño. Los dos estábamos preparados para irnos. Él vestido
con una camisa blanca con un botón desabrochado y yo con otra idéntica pero
manteniendo más de un botón fuera de sitio.
Entonces un fuerte
estruendo retumbo en mis oídos.
Mire a Damian para
saber si también lo había oído. Su rostro no mostraba duda alguna
- ¿Que diablos ha sido eso? -pregunte.
- Ni idea. -respondió dirigiendo su mirada hacía la puerta - Creo
que venia de fuera – volvió su rostro hacía mí - ¿Vamos?
- Vale. -respondí simplemente.
Empezamos a ir
hacía la puerta y gire el pomo. Se abrió con un chirriante sonido de bisagras
que me molesto bastante. Miramos hacia el exterior pero no vimos nada.
¿Que habrá sido eso? - pregunte.
Damian miró a cada
lado del pasillo pero no pareció ver nada fuera de lo normal.
- Tal vez una puerta que se ha cerrado por el viento. – respondió
al final con un toque de deje en la voz.
DAMIAN
De repente, unas
eufóricas exclamaciones resonaron a nuestras espaldas y al girarnos vimos a
media docena de chicas mirando en nuestra dirección embobadas.
Como a Ash le
encantaba hacerse el chulo delante de las chicas, les guiño un ojo y todas se
pusieron rojas.
Le di un codazo
para que se comportara con normalidad y no las conquistará con el poder de la
seducción. Que si era sincero no le hacía mucha falta, aunque en estos casos
nunca sabia que haria.
- Perdonad chicas, me llamo Damian –dije exasperado.
- Hola Damian- dijeron todas las chicas a la vez. Miraron a Ash,
que a su vez me miró a mí con mala cara - ¿Como se llama tu amigo? – pregunto
una del fondo.
- Yo soy Ash, ¿como estáis gatitas? - Ash volvió a guiñarles un
ojo.
Cuando pronunció
la palabra “gatita” me cabree al pensar en la maldita cazadora, ese era el
apodo que yo le había otorgado.
Todas empezaron a
reír tontamente y gire los ojos.
Agarre del hombro
al señor ligón y le dije al oído:
- Ash, recuerda lo que tenemos que preguntar.
- Ah si, perdona.- se aclaró la garganta - Chicas, sabríais
decirnos donde esta el despacho de la directora.
Todas se miraron y
al final una chica bajita, de pelo castaño, ojos azules y un dulce olor a rosas
y margaritas habló:
- Si queréis yo os puedo acompañar – todas se giraron para verla;
las otras chicas se mostraron molestas–. La directora me pidió que le llevara
unos papeles para entrar en el club de coro gracias a la recomendación de una
de las integrantes, y ahora tenía pensado ir.
- Nos harías un gran favor. – le dije dulcemente.
Todas las demás la
miraron llenas de celos pero no dijeron nada, sabían que no era conveniente.
-Bueno gatitas, es hora de que nos vayamos –dijo Ash con voz
cargada de promesas.
“Como vuelva a decir esa palabra, me lo cargo”
Todas se giraron
al unísono he hicieron un mohín.
Los dos empezamos
a caminar, notando como las chicas nos miraban con recelo.
Nos paramos al
lado de la que seria nuestra guía y le sonreí.
- ¿Cómo te llamas? –le pregunte.
- Melany– susurro –. Pero todos me llaman Mela y unas de mis
amigas, las dos mejores que tengo, me llaman Mei. Vosotros, como sois nuevos,
me podeis llamar Mei.
- Encantados de conocerte Mei. – le dijo Ash antes de guiñarle un
ojo.
Ella enrojeció a
escarlata y girando sobre sus talones empezó a andar por el pasillo.
ASH
Anduvimos por los
pasillos unos diez minutos antes de detenernos delante de una gran puerta de
nogal.
- Este es el despacho de la directora. –dijo Mei antes de tocar
suavemente la madera con los nudillos.
- Adelante - se oyó del otro lado.
Mei abrió la
puerta un poco y metió la cabeza.
- Adelante Mei. Te estaba esperando – dijo la mujer al otro lado.
- Con su permiso –dijo ella antes de acabar de abrir la puerta y
dar un paso dentro –. Unos alumnos querían verla directora.
La mujer estaba
sentada en una silla de madera de roble mientras escribía en un gran escritorio
también de roble.
La habitación no
era muy grande, las paredes eran de un color crema suave y todos los muebles
estaban hechos de madera.
En la esquina
derecha había una estantería repleta de libros, archivos, documentos que
ocupaba toda la pared. En el otro lado había lo que parecía una pequeña sala
con dos sillones de oreja con un tapiz de flores y una mesita de café. En medio
estaba el escritorio con la directora mirándonos impasible.
Cuando pareció que
ya nos había observado lo suficiente se levanto y se paro delante de nosotros.
Era una mujer de
piel blanca, con el cabello rubio recogido en un perfecto moño. Sus ojos de un
azul hielo eran fríos y severos.
Aunque no era muy
alta y estaba bastante delgada, no parecía el tipo de persona que se deja
intimidar fácilmente.
Llevaba una blusa
roja, con unos pantalones negros altos y unos zapatos rojos de tacón.
- Bien –empezó sin mas preámbulos –. Estaba esperándolos
caballeros; mi nombre es Cassandra. Espero que hayan pasado una
buena noche - no pude evitar sonreír al recordar la noche anterior.
- Ha estado bien –dije sin poder borrar la sonrisa de mi rostro.
- Estupendo - paro un segundo –. Antes de nada, debo decirles que
espero que su comportamiento aquí sea discreto.
“¿Acaso se piensa que vamos a matar a alguien? –me pregunto
mentalmente Damian. Parecía divertido y eso era extraño en él”
· Su padre me ha dicho que ustedes dos tienen fama de ser…- paro
mientras buscaba las palabras adecuadas – traviesos. Y que suelen meterse en
bastantes problemas.
- Tan solo es una mala fama que circula por allí. – dije con
desdén.
- Aun así, espero no tener que hacer algo que nos puede acarrear
muchos problemas a todos.
“¿Acaba de insinuar que nos va a matar? –dijo Damian ahora sin
ningún rastro de diversión en su tono. ”
Estaba claro que
esta mujer no nos lo iba a poner nada fácil. Y yo no iba a dejar que nadie me
tratara como un vulgar trozo de carne.
- ¿Esta diciendo que tal vez nos matara? – le pregunte secamente.
Sus ojos brillaron
con un fulgor malvado. Estaba claro que esa mujer había sido cazadora.
Genial. Teníamos a
una ex-cazadora psicópata por directora y estaba dispuesta a matarnos si no
íbamos con cuidado. ¿Qué más podría
salir mal?
- No se engañe señor Montgromery, es cierto, he sido cazadora, he
visto y hecho cosas que ustedes dos ni siquiera se podrían imaginar - su rostro
escondía el fantasma de una sonrisa mientras recordaba otros tiempos -. En mis
tiempos nunca podríamos imaginar que vampiros y cazadores trabajaran juntos.
Pero cuando llegas a mi edad y aún sigues vivo, - bajo la mirada y de sus ojos
rebosó nostalgia - pronto comprendes que ni siquiera la muerte podrá
arrebatarme lo que soy, - volvió a levantar la cabeza para mirarnos fijamente y
su voz sonó firme - una cazadora - hizo una breve pausa y ladeo la cabeza -.Así
que nada me seria mas gratificante que volver a ejercer mi profesión señores-
sus ojos se encendieron con un malvado y brillante fulgor –. Pero volviendo al
tema inicial, eso no era a lo que me refería exactamente - el destello de sus
azules ojos volvió a enfriarse y desapareció -. Lo que estoy tratando de decir,
- empezó a aclararse – es que espero que sepan comportarse delante de los demás
alumnos señores. Esta institución no solo esta compuesta por cazadores bien
preparados, sino que también hay humanos.
·-Estoy plenamente convencido de que no ara falta que se preocupe
por eso –dije fríamente.
- Su padre tenía razón cuando me dijo de que no era fácil de
impresionar – se recostó contra el escritorio –. También comento que era muy
cabezota.
- No me gustan las normas y las ordenes. Y solo las cumplo si
quiero. – replique en tono mordaz.
Un ruido ahogado
rompió el silenció que se había instalado en el despacho y todos nos giramos
para dirigir nuestra mirada a nuestra guía.
“Mierda. Ella había escuchado todo. Seré idiota. – me recrimine.”
“Eso no hace falta que lo digas hermanito. Ya lo sabemos todos. -
aprovecho Damian para enfurecerme.”
“Tu mejor te callas genio. Que yo vea, tu tampoco te has dado
cuenta.”
Su expresión
cambio y vi que no le hacia gracia que tuviera razón en eso.
Ella estaba
tapando su boca para disimular la risa y por lo que se veía, le estaba costando
mucho.
Me gire para ver
el rostro de la directora y no vi rastro alguno de preocupación en su
expresión.
- Tranquilos – dijo al final –. Mei es una cazadora, también.
¿Cazadora? ¿Cómo
demonios no nos habíamos dado cuenta?
Entonces la
solución me golpeo. Las flores. Ella olía a flores y eso enmascaraba su olor.
- Mei es aún joven y esta aprendiendo, pero que no os engañe su
apariencia dulce – dijo la directora.
- Lo tendremos en cuenta –contesto Damian con el ceño fruncido.
Debía estar realmente enfadado por no haberse dado cuenta, y eso que él tenía
un olfato de lo más fino.
- ¿Qué te hacia tanta gracia Mei? – pregunto la directora
dulcemente.
Ella se mordió el
labio inferior para disimular su risa, aunque no le sirvió de mucho.
- Si no supiera que es un chico habría jurado que se trataba de
Liana – dijo divertida y estallo en una gran risa.
- La directora se giro para verme y esbozo una divertida y malvada
sonrisa – Tienes razón. Igualito que Liana. – entonces sus fríos ojos miraban a
Damian – Y tu te pareces a Jezabel.
- ¿Quiénes son ellas si se puede saber? –pregunto Damian irritado,
nunca había tolerado que lo compararan con nadie.
- Cazadoras –dijo simplemente la directora -. Unas de las mejores
sin duda. Liana es testaruda. No soporta que le ordenen – rió débilmente – .Y
Jezabel es tranquila y paciente, se parece bastante a Melany. Aunque ir tanto
con Liana la ha hecho bastante rebelde y fuerte. Parece dócil y frágil pero
quien se crea eso – soltó un leve “ja”- puede darse por muerto.
DAMIAN
Ella nos miraba
claramente divertida por el comentario de Mei.
Según ellas, esa
tal Liana era tan cabezota como Ash. La verdad me parecía poco probable. Pero
no estaba del todo convencido de que esa tal Jezabel y yo fuéramos tan
parecidos.
A diferencia de
ella, yo no parecía para nada frágil y débil. Era un vampiro. Un fuerte y
poderoso vampiro que no se amedrentaba delante de nadie.
Después de lo que
debieron ser minutos, Cassandra se incorporo y se aliso la blusa.
- Ahora, si os parece bien, creo que lo mejor será que los demás
os conozcan.
Ella se encamino
hacía la puerta y todos la seguimos.
“¿Los demás? –preguntó Ash”
“Cazadores –respondí con frialdad”
ASH
La directora fue a
abrir la puerta y ella y Mei salieron mientras nosotros mirábamos el lugar
donde antaño se había encontrado Cassandra.
Unos segundos más
tarde, la cabeza de Mei se asomó por la puerta y con voz tranquila nos indicó
que saliéramos, que la directora nos tenía que llevar a hacer una cosa antes de
asistir a clase.
Asentimos con la
cabeza y salimos. Gracias a Damian sabía lo que estaban planeando.
La directora ya
había empezado la marcha y la seguimos a paso forzado, casi corriendo.
Mei, que iba cerca
de Cassandra, se quedo quieta y esperó a que llegáramos a su lado. Era la
primera vez en mucho tiempo que andando me cansaba tanto.
Fuimos por un
montón de pasillos sórdidos, con las típicas paredes blancas y los suelos
embaldosados.
Cuando pasamos al
ala oeste, Cassandra se paro delante de una gran puerta hecha de madera de
olivo.
Tomo el pomo de la
puerta que era de un material oscuro como la turmalina y haciéndolo rodar abrió
la puerta.
Se adentró un
paso, luego otro y otro más hasta que se encontró en el centro de una espaciosa
sala, de la cual solo era visible la pared que estaba detrás de ella, de un
intenso color verde caqui.
Cuando Mei entró,
nos hizo una seña para que la siguiéramos. Entramos y todos los integrantes de la
espaciosa sala dejaron de hablar y nos miraron.
- Lo sabía… - gruño Damian que se empezaba a preparar para
defenderse de ellos.
- ¿Que hacen ellos aquí? - grito una voz de entre la multitud.
Me puse alerta y
Damian se preparo a mi lado por si teníamos que pelear o huir como la noche
anterior.
- No son el enemigo si es lo que os preocupa. Al menos no por
ahora. Y esta estrictamente prohibido hacerles daño. - sentenció la directora.
Todos nos miraban
con furia y ansias de sangre. Lo podía oler en el aire.
- ¿Porque están aquí? - pregunto una chica con voz alta y clara.
Se levantó de la silla blandiendo sus largos cabellos rubios. Movió las manos
hacia la cara y se quitó una mota de purpurina de las pestañas. Luago me
taladró con sus penetrantes ojos azules.
- Ellos dos son los hijos de Lucifer. - dijo la directora.
La sala quedo en
un intocable silenció. Todos nos miraron con los ojos como platos y los cuerpos
tensos.
“ Van a atacar. -me gruño Damian.”
“ Hasta cuando no esta, papá siempre sabe atraer problemas. A él y
a los demás.”
Uno de los
cazadores de la parte derecha se levantó con brusquedad de la silla y la volcó.
Sus ojos ardían por la rabia y la ira, su cuerpo estaba contraído y su mandíbula
tensa mientras apretaba duramente los dientes. Tenía el pelo largo de color
carbón y unos ojos del mismo tono. Su cuerpo hubiera podido considerarse
“potente”.
- Así que, - dijo con los dientes apretados - ¿él a mandado a sus
dos hijos aquí? - de mala gana dibujo una risas socarrona en sus labios - ¿Por
qué?
- Para aprender.
- ¿Aprender? - se burló - ¿Aprender qué? ¿Que forma es mejor para
matarnos? Por favor Cassandra, ¿cómo has podido hacer esto? ¿Cómo nos has
podido hacernos esto?
- Yo no dicto las ordenes. Podeís creerme cuando os digo que esto
me gusta tan poco como a vosotros- aseguró.
- ¡Pero son sus hijos! - intervino otro chico – Son los hijos de
él. ¿Acaso se esta burlando de nosotros?
- ¡No pensamos aceptar esto! - agregó otra chica.
- ¡Jamas! Antes muertos que mezclarnos con ellos. Mucho menos
protegerlos.
- ¡Yo no necesito que nadie me proteja! – no iba a dejar que nadie
se ocupara de mí como una asquerosa niñera. Sabía arreglarme solo.
- ¡Tú calla vampiro! Nadie te dio velo en este entierro - protesto
un chico pelirojo que se sentaba en la primera fila.
- Vosotros a mi no me dais ordenes - mis colmillos empezaron a
salir de sus fundas –. Aunque teneis razón. Jamás podremos estar juntos, ¿así
que, por qué no terminamos con esto de una vez?
Uno tras otro se
fueron poniendo en pie.
- No tientes a tu suerte colmillitos.
Con un sonido
sordo que salió desde mi pecho gruñí ante sus palabras.
- ¡Basta! - exclamó Cassandra - Aquí no va a pelear nadie y ahora
sentaos.
- ¿Lo sabe Liana? – preguntó el chico que antes me había dado una
orden.
Todos se giraron
para verlo y sus rostros se tiñeron de tristeza, nostalgia, remordimiento, ira,
cansancio...
- No - respondió al final Cassandra –. Aún no lo sabe.
- ¿Y Jezabel?
- Espero que ninguna de las dos lo sepan por ahora, ya sabes que
hará Liana… y Jezabel la intentaría calmar, pero estoy segura de que para
ayudarla, Jezabel los mataría.
- Tarde o temprano lo descubrirá. - los ojos del chico se clavaron
en nosotros – Y cuando lo haga... el infierno se habrá desatado.
De repente, las
puertas de la enorme sala se abrieron y el dulce aroma a hibiscos silvestres y
lirios salvajes nos hicieron girar embriagados.
Cuando vimos
quienes habían entrado se me crisparon las manos en puños.
DAMIAN
- Tarde Jack. Porque ya lo se. - Gruño la
cazadora que acompañaba a la gata.
- Tú... - susurré al verla.
Al verme, la cazadora a la que había echo la
promesa de tomarla, abrió los ojos como platos y agarró con fuerza la mano de
la otra chica que estaba a su lado.
Me fije en la otra chica que debía ser también
cazadora y me di cuanta de en que sus ojos estaban intensamente fijos en Ash.
- Vosotros, - gruñía la otra cazadora - ¿porque
estáis aquí?
- Por una simple razón Liana. – dijo Cassandra.
Los ojos de todos se giraron hacia ella – Porque ya no son nuestros enemigos.
Los ojos de la cazadora ardían como fuego. Y sus
músculos estaban contraídos por la ira acumulada.
- Lia, por favor. Trata de calmarte. - le
susurro un chico de cabello pelirrojo que estaba detrás de ella mientras le
agarraba la muñeca.
- ¿¡Que me calme!? -chillo – No pienso calmarme.
Pienso matarlos aquí y ahora.
- Lia... - susurro la gata.
Pasaban los
segundos y la habitación era un campo de batalla con miradas asesinas por
doquier.
- Hijo del diablo - susurro la gata de repente mientras me miraba
llena de odio.
Se adelanto un
paso con cautela, como si se tratara de un gran felino a punto de cazar a su
presa, y antes de que uno de los chicos que estaban detrás de ellas la pudiera
agarrar, se lanzó sobre mi y los dos caímos y rodamos por el suelo.
- ¡Light! - gritó mientras sacaba una reluciente daga de su
pierna.
Se sentó a
horcajadas sobre mi torso y coloco la reluciente daga en mi cuello.
Por un momento, vi
un atisbo de duda en sus ojos pero se desvaneció tan rápido como había llegado.
- ¡Mátalo! - gritaron los cazadores que ahora estaban de pie
animando.
· ¡Si! ¡Venga, matalo Jezabel!
“¡Mierda!” -gruño Ash.
“¡Ash! ¿Que ha pasado?”
“La otra...-tenia la voz ronca y entrecortada como si no le
llegara suficiente aire – me acaba de dar una patada en el estomago.”
“Estas de broma ¿no?”
“Maldita sea Damian. ¡¿Tú que crees?! Si no fuera verdad ¿Estaría
lamentándome de rodillas en el suelo porque se me están a punto de salir los
órganos?”
“Vale, perdona. ¿Estas bien?”
“He estado mejor, eso seguro. - su voz sonaba burlona pero volvió
a quejarse – Cuando la coja la voy a...”
- ¡Vamos Liana, acaba con él! - gritaron algunos cazadores.
La que, si no iba
mal, era Jezabel, se cernió más sobre mi rostro y sonrió picaramente.
- Creo que no vas a vivir lo suficiente para cumplir tu promesa.
Presiono un poco
la daga sobre mi pecho e hice una mueca de dolor cuando note que el filo se
clavaba en mi carne.
Ella al ver mi
expresión se sobresaltó un poco y se detuvo. Me miró fijamente a los ojos y así
nos quedamos durante un tiempo.
ASH
Cuando vi a esa
pequeña cazadora tirarse sobre Damian no dude ni un segundo en intentar
apartarla de un golpe antes de que lo tocara. Pero la hermosa cazadora de pelo
oscuro, la que me había atacado con ayuda del chucho ese, se zafó del agarré
del chico que la tenia sujeta de la muñeca y se lanzó contra mí. Se movió tan
rápido que no tuve margen de reacción y me dio una fuerte patada en el
estómago. Caí de rodillas frente a ella mientras el dolor me recorría de arriba
a bajo, haciendo que me sacudiera. Mi visión se hizo algo borrosa y no dejó de
palpitarme la cabeza.
Por el rabillo del
ojo vi que la directora miraba de un lado a otro sin creer lo que estaba
pasando.
Acabábamos de
llegar y ya nos habíamos metido en una buena.